Después del devastador terremoto y tsunami ocurridos en Japón hace ya más
de un año, la población hace su mejor esfuerzo por regresar a un modo de vida
normal y con la mejor calidad posible, es por eso que más de 8 millones de
girasoles han sido sembrados con la finalidad de absorber las toxinas del suelo
en la zona de Fukushima.
Muchas plantas, entre ellas el girasol, el amaranto y el trigo han desarrollado mecanismos para adaptarse a medios con altos niveles de toxinas e incluso a la radiación, absorbiéndola y almacenándola tanto en tallos como hojas. Este estudio surge a raíz de lo ocurrido en Chernobil, donde muchas especies de plantas lograron adaptarse a condiciones de suelos con niveles de toxinas y radioactividad mucho más altos que los de Japón.
Pero el tipo de biorremediación o biolimpieza aplicada en Fukushima puede traer algunas secuelas, pues los girasoles pueden absorber las toxinas pero no las eliminan, las concentran, lo que quiere decir que las plantas pasan a ser elementos con carga radioactiva y toxinas por lo que es necesario procesarlas de una manera adecuada para evitar mayor contaminación.
De todas formas y con una adecuada organización del proyecto, esta viene
a convertirse en una muy buen alternativa para una mejor calidad de vida.
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